Quimper continúa la tradición de los jardines de aclimatación iniciada por los grandes navegantes del siglo XVI, que traían de sus expediciones plantas de los rincones más lejanos del mundo.
Entre la calle Elie Fréron y la calle des Douves, protegido por la muralla oriental de la ciudad, el jardín del Retiro se extiende por casi media hectárea. Cerrada por murallas, está protegida por la ciudad y su tráfico cercano. El jardín tiene tres zonas diferenciadas: el jardín de palmeras, las plantas tropicales de hoja ancha y las plantas de secano.
Situado a tiro de piedra de laoficina de turismoEl visitante se ve de repente transportado a otro mundo, a otras latitudes.
Desde lo alto de las murallas de la antigua ciudad fortificada, se pueden contemplar exuberantes palmeras y multitud de plantas subtropicales, como en un auténtico oasis sahariano teletransportado al corazón del Finisterre.
Más allá, es una porción de desierto mexicano que se ha reconstituido entre los muros cerrados del espléndido jardín del Retiro, uno de los tres grandes parques de Quimper, con sus yucas, sus agaves, sus áloes que emergen de una alfombra de pequeños guijarros rosados